Las historias de Aquae Sulis III: La Biblioteca de Alejandría



La Biblioteca de Alejandría. Emporio del conocimiento, culmen de la erudición, lugar de estudio, de debate, de experimentación y, sobre todo, depósito del saber acumulado hasta su existencia.

Tan magna institución forma parte de Aquae Sulis también. Digamos que se trata de una pieza más, una tesela dentro del mosaico que se forma en el relato. Desde siempre me ha fascinado pensar en aquello que pudo ser y no fue. En la vida, a veces por azar y otras veces por nosotros mismos, se producen determinados acontecimientos que cambian nuestra senda, nuestro camino. De vez en cuando, son acontecimientos cruciales y de gran dimensión, que se desencadenan por un hecho simple. No hay duda de que sin ese hecho, aparentemente nimio, no se habría llegado al desenlace al que se llegó.

Se me ocurren varios casos: ¿Qué habría sucedido si, a última hora, la Reina de Castilla en el siglo XV hubiese decidido destinar la partida de dinero para el viaje del navegante genovés a otro fin? ¿Qué habría sucedido si Julio César hubiese hecho caso a los malos augurios que le aconsejaban no asistir al Senado durante las idus de marzo? 

Y si nos fuéramos al nivel micro. ¿Qué habría pasado si mis padres no quieren o no pueden concebirme? Pues, entre otras cosas que yo no existiría y que tampoco existiría Aquae Sulis. Esto último, con ser de perogrullo, no resta un ápice de la reflexión que quiero hacer y que, en cierto modo, se encuentra impresa en las páginas de la novela. He tratado de plantear lo importante que somos, por pequeños que seamos, en el devenir del cosmos; para así, parafraseando a la santa, llegar a la conclusión de que no somos más que una gota de agua en medio del océano, pero ese océano no es el mismo sin la gota.

Volviendo al nivel macro,no hemos de plantearnos  lo que habría sido de la Revolución Francesa sin el 14 de julio de 1789, verbi gratia, sino qué habría sido del avance de la humanidad si el saber acumulado en la Biblioteca de Alejandría no hubiera quedado reducido a cenizas. Carl Sagan lo plantea en el video desde el punto de vista de la cosmología y me parece acertado. Pero claro, la realidad y la Historia son las que son y han sido y no las que podrían haber sido si se hubiese conservado la Biblioteca fundada por la dinastía de los Ptolomeos. Hacer eso sería apartarnos de la Historia para acercarnos a la ucronía.

A resultas de todo lo dicho, podemos situarnos en la novela y hacernos la misma pregunta pero desde el punto de vista de la vida de Wilfred: ¿Qué habría ocurrido si aquella noche de septiembre de 2011 Wilfred no hubiera dejado abierto su portafolios al salir del coche tal y como es contado justo al comienzo de Aquae Sulis?


"La fina lluvia empujada por el viento le rociaba el rostro. No era habitual que usara paraguas pues siempre lo dejaba olvidado en el metro, el autobús o en la cafetería de la universidad. En su camino de vuelta a casa las palabras del jefe de proyecto resonaban en su cabeza: “Sr. Connor, su contribución a los trabajos deja bastante que desear últimamente, lamento decirle que en la próxima reunión de los patronos tendré que exponer este punto de vista para que ellos decidan… Si usted no cambia de actitud en los próximos días, obviamente”. Esto es lo que Russell no paraba de decirle en los últimos tiempos.
Iba tan sumido en aquellos pensamientos que no prestó atención de su llegada a la estación de tren donde debía apearse. Al final tuvo que tomar un taxi que le llevara hasta su casa. Hay días en que no se da una a derechas. Durante el almuerzo, la bandeja con la comida se le había volcado sobre unas anotaciones del trabajo que llevaba avanzado en el estudio de su buhardilla.

- Maldita sea, tendré que reiniciar nuevamente los cálculos - se decía en voz alta mientras trataba de salvar algunos papeles sacudiendo la sopa de puerros que se esparcía por los folios.

Por fin llegó a su destino. La lluvia y el viento arreciaban y, mientras se cubría con el portafolio la cabeza con una mano, con la otra trataba de sacar las llaves de casa del bolsillo izquierdo del pantalón. Bajo el  brazo izquierdo aguantaba unos rollos de planos del proyecto que Russell le confió para que los revisara. Después de la conversación de la mañana debía centrarse en el proyecto y aparcar el particular trabajo que había emprendido en su casa, así que había que cuidarse de que aquellos planos no se estropearan por la lluvia. De pronto, la postura casi de contorsionista que estaba adoptando hizo  que los rollos se deslizaran desde la axila a lo largo del brazo con el peligro evidente de que acabaran en el suelo. Eso no podía ocurrir, así que soltó el portafolio para agarrar los planos y éste se precipitó desde su cabeza cayendo escaleras abajo.
En el taxi camino de casa había estado repasando algunos cálculos de su particular trabajo, iba tan centrado en la lectura que no se percató de la llegada a su destino. La carrera ascendió a 7,25 libras, pagó con un billete de veinte y bajó rápidamente del vehículo sin reparar en que había dejado abierto el portafolio.
    Cuando giró su cuerpo para ver qué había sido de su cartera tras la forma  en que fue cayendo peldaño a peldaño hasta el nivel de la calle, vio cómo aquél quedaba abierto de par en par mientras los folios revoloteaban como si fueran murciélagos espantados en una gruta. ¿Qué hacer? Decidió abrir la puerta apresuradamente y dejar los planos sobre la alfombra de la entrada. Al tiempo que bajaba por las escaleras el viento y la lluvia apretaron con fuerza por unos segundos, los suficientes para que todo se fuera al garete. Todos los estudios que había hecho en papel de ése, su trabajo paralelo, se habían desvanecido por los elementos, el viento los desgarró y el agua los descompuso. "

Es probable que con la desaparición de la Biblioteca de Alejandría perdiéramos una gran oportunidad de avanzar hacia un mundo donde el conocimiento nos hubiera liberado de siglos de superstición y misticismo y, quizás, un mundo donde el progreso civilizado nos habría ayudado a vivir mejor. 

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