¿Dónde comienza la búsqueda?
Pues eso es lo que se plantea a lo largo de la novela: una búsqueda. Todos buscamos algo y nuestros personajes, Roxanne, Ruth, Wilfred y Rupert también, incluso Harper, Gary y, por supuesto, mis queridos agentes de policía Milliband y Held. Podemos decir que en la historia se entrelazan multitud de búsquedas, urdiendo un complejo tapiz que sólo podrá ser contemplado con cierta nitidez al final.
Creo que la búsqueda es el motor de nuestras vidas, esa pulsión que nos lleva a lograr objetivos uno tras otros, sean los que sean ¿Qué seríamos si no buscáramos algo? No seríamos nada. Yo siempre busco algo y esa constante la he querido trasladar a los dos principales protagonistas del relato: Roxanne y Wilfred.
Roxanne busca dos cosas. La primera, un reencuentro con alguien que la tiene abandonada. La segunda, la resolución de un enigma. Wilfred, por su parte, es un buscador obstinado, y tiene tantas pistas y tanta intuición que está dispuesto a buscar aquello que otros no pueden ni siquiera imaginar. Porque la vida está llena de cosas que buscar. Unos buscan poder, otros reconocimiento, otros dinero, otros bienestar, otros ser queridos o aceptados, en definitiva, quizás, la vida se resume en una incesante búsqueda de algo. Ese algo es un estado, que no es permanente, y que llamamos felicidad.
En cierto modo, los personajes buscan el sosiego que les provoca momentáneamente las respuestas a sus preguntas. Algunas veces las encuentran, pero, tal y como han visto satisfecho su ánimo, nuevos interrogantes surgen en su camino. Porque la vida es así, compleja, y quizás esto sea divertido. Una vida fácil, monótona y en la que todo se consiguiera sin esfuerzo sería insufrible. Bueno, eso es lo que yo creo. Y eso es lo que piensa Wilfred cuando a un alumno en la universidad le dice lo siguiente:
"Imagínese que la naturaleza del universo fuera como un juego de fases sin fin, los que disfrutamos jugando a ese juego damos gracias por ello pues, ¿sabe la cantidad de pantallas que nos quedan por superar…? Infinitas. Además, dichas pantallas van adquiriendo mayor complejidad a medida que se va avanzando en el juego."
Por cierto, la búsqueda comienza en Aquae Sulis.
Creo que la búsqueda es el motor de nuestras vidas, esa pulsión que nos lleva a lograr objetivos uno tras otros, sean los que sean ¿Qué seríamos si no buscáramos algo? No seríamos nada. Yo siempre busco algo y esa constante la he querido trasladar a los dos principales protagonistas del relato: Roxanne y Wilfred.
Roxanne busca dos cosas. La primera, un reencuentro con alguien que la tiene abandonada. La segunda, la resolución de un enigma. Wilfred, por su parte, es un buscador obstinado, y tiene tantas pistas y tanta intuición que está dispuesto a buscar aquello que otros no pueden ni siquiera imaginar. Porque la vida está llena de cosas que buscar. Unos buscan poder, otros reconocimiento, otros dinero, otros bienestar, otros ser queridos o aceptados, en definitiva, quizás, la vida se resume en una incesante búsqueda de algo. Ese algo es un estado, que no es permanente, y que llamamos felicidad.
En cierto modo, los personajes buscan el sosiego que les provoca momentáneamente las respuestas a sus preguntas. Algunas veces las encuentran, pero, tal y como han visto satisfecho su ánimo, nuevos interrogantes surgen en su camino. Porque la vida es así, compleja, y quizás esto sea divertido. Una vida fácil, monótona y en la que todo se consiguiera sin esfuerzo sería insufrible. Bueno, eso es lo que yo creo. Y eso es lo que piensa Wilfred cuando a un alumno en la universidad le dice lo siguiente:
"Imagínese que la naturaleza del universo fuera como un juego de fases sin fin, los que disfrutamos jugando a ese juego damos gracias por ello pues, ¿sabe la cantidad de pantallas que nos quedan por superar…? Infinitas. Además, dichas pantallas van adquiriendo mayor complejidad a medida que se va avanzando en el juego."
Por cierto, la búsqueda comienza en Aquae Sulis.
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